Seleccionar la categoría que desea ver:
La Huaca Cao Viejo, ubicada en el complejo arqueológico El Brujo en Magdalena de Cao, en La Libertad, es uno de los temp ...
La cultura mochica ha sorprendido por sus prácticas funerarias complejas. Entre los descubrimientos más destacados está ...
Para recibir nuevas noticias.
Jose Ismael Alva Ch
Arqueólogo Residente del Complejo Arqueológico El Brujo
El intercambio es la actividad humana que permite la obtención de materias primas y objetos elaborados procedentes de diferentes regiones geográficas. Dicha actividad se realiza en condiciones recíprocas entre los grupos humanos, procurando cierta equidad y equivalencia estimadas socialmente.
La diversidad de pisos ecológicos y ecosistemas de los Andes impulsó que sus distintas sociedades asentadas intercambien alimentos, recursos naturales, objetos especiales, entre otros. Esto garantizaba complementar el consumo de productos propios de determinados grupos étnicos, con otros generados en áreas distantes.
La economía en los Andes antiguos, como otras a lo largo del mundo, se desarrollaba en torno a productos que permitían un consumo variado de productos de subsistencia. Sin embargo, también existió la producción y circulación de objetos destacados en la vida social. Estos objetos gozaban de una posición especial en los intercambios, dado que provenían de zonas muy lejanas (motivo por el cual se les consideraba raros) y con el tiempo se les había asignado un significado exclusivo dentro de las narrativas de poder y autoridad nativo.
El Complejo Arqueológico El Brujo, localizado en el litoral del valle de Chicama, es testimonio de la continua ocupación humana en la costa norte andina, que se remonta a los 14 000 años antes del presente. En distintos estadios de la historia de El Brujo, identificamos la presencia de plumas coloridas (posiblemente de aves selváticas), obsidiana y metales como el oro y la plata. Pero, de manera excepcional, se han documentado que las valvas spondylus aparecen como ofrendas en contextos ceremoniales de la Huaca Cao Viejo durante época Mochica (200-800 d. C.); asimismo, el cinabrio, tuvo un uso extensivo en la preparación del fardo funerario de la Señora de Cao, el personaje de élite mochica de mayor jerarquía hasta ahora recuperado arqueológicamente en el valle de Chicama.
A continuación, indagaremos en la historia de algunos de estos objetos.
Se trata de un molusco de las aguas cálidas del océano Pacífico, que se distribuye desde el Golfo de California por el norte, hasta la Bahía de Sechura (Piura) por el sur. Para obtenerlo, se requiere bucear entre los 6 y 30 metros de profundidad, motivo por el cual los recolectores deben ser expertos nadadores (Gorriti, 1998, p. 11). Desde tiempos tempranos, esta concha colorada era apreciada por la creencia de que su presencia estimulaba las lluvias y regeneraba las aguas de los ríos, indispensables para la agricultura en los Andes.
Las evidencias más tempranas de Spondylus en la región centro andina están en los sitios precerámicos de Caral y Los Gavilanes en la costa nor-central del Perú (Gorriti, 1998). En el periodo del Tahuantinsuyu (Siglo XV-XVI d. C.), el señorío de Chincha era conocido por la presencia de mercaderes que se encargaban de la distribución de este molusco para su consumo en palacios y templos de los Andes (Rostworowski de Diez Canseco, 1970).
Es el mineral del sulfuro de mercurio cuyo único yacimiento conocido está en las alturas de la actual Huancavelica. El color rojo encendido que tiene este mineral hacía que fuera estimado por encima de otros pigmentos como la hematita (óxido de hierro), la cual era un tanto más fácil de hallar (Ramos Vargas, 2004). Sin embargo, el cinabrio es altamente tóxico cuando se pulveriza para obtener pigmento, pues las partículas de mercurio ingresan al organismo por la piel y el tracto respiratorio llegando a afectar gravemente el sistema nervioso (Fernández, 2016).
Los registros sobre el uso de cinabrio datan de al menos el periodo Formativo (1800-200 a. C), dado que diversos templos la sierra norte del Perú muestran su uso para decorar lujosas vasijas de cerámica (Ramos Vargas, 2004). En época Mochica (200-800 d. C.), el cinabrio fue empleado para cubrir completamente el cuerpo de la Señora de Cao dentro de un ritual mortuorio que precedió el enfardado; asimismo, secciones del inicio de cada etapa del fardo (representado por rostros bordados) también fueron cubiertas por polvo de este mineral (Mujica, 2007).
Los intercambios de bienes exóticos en los Andes requirieron de notables esfuerzos en la recolección/extracción de materias primas, el largo transporte por balsas y en grandes caravanas de llamas, así como la intervención de artesanos y otros especialistas en la transformación de aquellas materias primas en productos lujosos para un consumo privilegiado asociado a élites y líderes étnicos. Estos objetos, vistosos y raros, son entonces producto de la participación de múltiples actores en estos sistemas de intercambio, los mismos que los arqueólogos buscan identificar y comprender dentro de nuestra vasta historia prehispánica.
Fernández, Y. (2016). Belleza mortal: Estos son los minerales más peligrosos que te puedes encontrar. Magnet. https://magnet.xataka.com/un-mundo-fascinante/belleza-mortal-estos-son-los-minerales-mas-peligrosos-que-te-puedes-encontrar#:~:text=El%20Cinabrio%20es%20la%20principal,al%20ser%20su%20forma%20natural.&text=Es%20insoluble%2C%20y%20al%20oxidarse,los%20intestinos%20o%20la%20piel.
Gorriti, M. (1998). Moluscos marinos: Spondylus, strombus y conus. Su significado en las sociedades andinas. Boletín del Museo de Arqueología Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1(4), 10-21.
Mujica, E. (Ed.). (2007). El Brujo: Huaca Cao, centro ceremonial Moche en el Valle de Chicama. Fundación Wiese.
Ramos Vargas, M. A. (2004). El Cinabrio en los Andes Centrales. Alcances para entender su contexto. Revista de Investigaciones del Centro de Estudiantes de Arqueología UNMSM, 6, 157-182.
Rostworowski de Diez Canseco, M. (1970). Mercaderes del valle de Chincha en la época prehispánica: Un documento y unos comentarios. Revista Española de Antropología Americana, 5, 135-178.